Story

Expanding Frontiers

By Rev. Ron McClung

What started as a family time of worship in his home has turned into a church plant for Rev. Fredis "Freddy" Flores.

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When we consider the number of unexpected doors for ministry that have opened for Rev. Fredis "Freddy" Flores and his congregation in St. Joseph, Missouri, it's easy to believe his statement is true.

Several years ago, Flores left a job in Denison, Iowa, and moved his family to St. Joseph to take a better-paying position. He had been an active layman in Fuente de Vida (Fountain of Life) Church, a Wesleyan congregation in Denison, but he discovered there were no Wesleyan churches, either English- or Spanish-speaking, in St. Joseph.

After visiting several churches and not feeling comfortable in any of them, he began having a “family altar” service every Sunday. His family got “dressed up” as if going to church but sat in their living room. They sang, prayed and he preached to his wife, Susana, and their children. “We did everything but take an offering,” he said.

A neighbor learned what they were doing and asked if she could attend. Flores told her “no” because he viewed it as just for his family. The neighbor persisted and eventually, after his home service, he and his family went to the neighbor’s home and repeated the service. Other neighbors heard about it and wanted to join. His unintentional congregation grew. Flores purchased metal folding chairs and turned his basement into a chapel.

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As the congregation grew, he contacted Rev. Max Colaw, superintendent of the Tri-State District, who came and received them as a Wesleyan congregation, Iglesia Cristiana Wesleyana Fuente de Vida (Fountain of Life Wesleyan Christian Church). Outgrowing the basement chapel, they found a building, greatly in need of repairs. Through their offerings and hard work, they have made the building suitable for worship and Sunday school.

In time, through someone in their congregation, they heard of Naomi, a little girl in El Salvador who was hospitalized with cancer. Naomi’s mother wanted to stay in the hospital with her but had to sleep on the floor or outside on the street. The St. Joseph congregation, only about 70 members strong, gave offerings to help.

Unfortunately, Naomi died, but Luis Garcia, a youth pastor who had visited her, heard about Flores and his congregation. Desiring to plant a church, Garcia looked to him for advice. Flores connected Garcia with the Wesleyan superintendent in El Salvador, Rev. Rene Melendez. Fuente de Vida in St. Joseph took more offerings and Garcia built a church, an upper room, in the second floor of his house in the town of Jucuapa, in the Usulután department (state) of El Salvador. He calls the church—what else?—Fuente de Vida, which is running about 50–60 in attendance.

Another pastor, José, 15 minutes away, was pastoring a struggling church and contacted Garcia for support. Together they started to hold services and other activities. As their numbers grew, the Wesleyan denomination accepted them as an affiliated church, called Revelación de Dios, and the congregation has grown to 30 members.

Worship in Fuente de Vida Llano Grando in El Salvador; roof is made of coconut leaves..jpg

Garcia inherited a portion of land from his father in a rural area called Llano Grando. Garcia felt impressed by the Lord to give a corner of this land to build a church. He began holding services there under an avocado tree. When Flores and his St. Joseph congregation heard about it, they began selling tamales and pupusas (stuffed tortillas) to support the new church. They sent money for the city to drop power and water lines to this property.

The church has built a foundation and erected pillars and rafters for a roof, but construction has stopped until they can afford to build more. Meanwhile, they built a hut with coconut tree leaves. It provides shelter from the sun in hot weather but doesn’t do much to keep out the rain. “We build as we can,” said Garcia. The Fuente De Vida Llano Grando Church is running 25–30 in the hut and recently baptized five believers.

For a layman who left Iowa for Missouri with no intention of starting a church, God has brought Fredis Flores on quite a journey. He not only planted the church in St. Joseph, but he and his congregation have also been instrumental in helping to plant three Wesleyan churches in El Salvador.

Now, members of his congregation are telling him about contacts in other Spanish-speaking countries. Who knows what frontiers will be expanded in the future?

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Al considerar el numero de puertas inesperadas para ministrar que se han abierto para el Rev. Fredis "Freddy" Flores y su congregacion en St. Joseph, Missouri, no es dificil creer que asi sera.

Hace varios años Flores dejó su trabajo en Denison, Iowa, y trasladó a su familia a St. Joseph para aceptar un trabajo mejor remunerado. Había sido un laico activo en la Iglesia Fuente de Vida, una congregación wesleyana en Denison, pero descubrió que en St. Joseph no había iglesias wesleyanas - ni de habla española ni de habla inglesa.

Después de visitar varias iglesias y no sentirse cómodo en ninguna, Flores comenzó un culto de “altar familiar” cada domingo en su casa. La familia se vestía bien como si fuera a la iglesia pero se sentaba en la sala de su casa. Cantaban y oraban, y él le predicaba a su esposa, Susana, y a sus hijos.

Una vecina se enteró de lo que hacía la familia y preguntó si podía asistir. Flores le dijo que no porque era sólo para su familia. Sin embargo la vecina persistía y finalmente, después de hacer el culto en su hogar, Flores y su familia iban a la casa de la vecina y repetían el culto. Otros vecinos se enteraron de este culto y quisieron asistir. La congregación no planeada crecía. Flores compró sillas plegables de metal y convirtió su sótano en una capilla.

Al ver el crecimiento de la congregación, Flores contactó al Rev. Max Colaw, superintendente del Distrito Tri-State, quien vino y recibió al grupo como una congregación wesleyana, la Iglesia Cristiana Wesleyana Fuente de Vida. Cuando la iglesia había crecido al punto de que ya no cabía en el sótano, encontraron un edificio en mal estado. A través de sus ofrendas y trabajo duro, hicieron de este edificio un lugar adecuado para cultos de adoración y una escuela dominical.

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Con el tiempo, por medio de alguien en su congregación, la iglesia oyó de Naomi, una niñita en El Salvador que fue hospitalizada con cáncer. La madre de la niña quería quedarse en el hospital con su hija, pero tuvo que dormir en el piso o afuera en la calle. La iglesia, que ya consistía de unos 70 miembros, dio ofrendas para ayudarle.

Lastimosamente Naomi murió, pero Luis García, un pastor de jóvenes que la había visitado en el hospital, oyó de Flores y su congregación. Deseando plantar una iglesia, García acudió a Flores por consejo. Flores conectó a García con el superintendente de la Iglesia Wesleyana de El Salvador, el Rev. René Meléndez. La Iglesia Fuente de Vida recogió más ofrendas y ayudó a García a construir una capilla, un aposento alto, en el segundo piso de su casa en la ciudad de Jucuapa en el departamento de Usulután en El Salvador. García le puso a la iglesia el nombre­— ¿qué otro?—Fuente de Vida. Actualmente unas 50 a 60 personas asisten los cultos.

A 15 minutos de Jucuapa vivía el Pastor José cuya iglesia se encontraba en dificultades. José le pidió ayuda a García. Las dos congregaciones comenzaron a tener cultos y otras actividades juntos. El número de asistentes aumentó y la denominación wesleyana los aceptó como una iglesia afiliada. Esta iglesia, Revelación de Dios, ha crecido a 30 miembros.

Worship in Fuente de Vida Llano Grando in El Salvador; roof is made of coconut leaves..jpg

García había heredado un terreno de su padre en un área rural llamado Llano Grande. García sentía del Señor dar una parte de este terreno para la construcción de una iglesia. Comenzó a hacer cultos en el terreno debajo de un palo de aguacate. Cuando Flores y su congregación en St. Joseph supieron de esta nueva iglesia, decidieron vender tamales y pupusas para apoyarla. Enviaron dinero para que la municipalidad proveyera luz y agua a la propiedad donde se reunía la iglesia.

Los hermanos en Llano Grande pusieron el cimiento y levantaron columnas y vigas para el techo, pero han dejado la construcción hasta que tengan fondos para seguir. Mientras tanto, han construido una choza con hojas de palmera la cual provee protección del sol pero no sirve de mucho en tiempos de lluvia. “Construimos según podemos,” dijo García. La Iglesia Fuente de Vida de Llano Grande tiene una asistencia de 25 a 30 en la choza y recién bautizó a cinco personas. El Pastor Álvaro Granillo y su esposa son los pastores de esta nueva iglesia.

De esta manera Dios ha llevado a Fredis Flores, un laico que salió de Iowa para Missouri sin ninguna intención de plantar una iglesia, en una jornada impresionante. No sólo plantó la iglesia en St. Joseph sino que él y su congregación han sido instrumentos para ayudar a plantar tres iglesias wesleyanas en El Salvador.

Ahora miembros de su congregación le están contando de contactos que tienen en otros países hispanoparlantes. ¿Quién sabe hasta dónde se ampliarán sus horizontes?